A una semana del huracán María la desesperación era
mucha y los días eran muy largos. Los primeros días luego del suceso fueron
todos para limpieza, sacar escombros, ayudar los vecinos, limpiar la comunidad
e intentar acostumbrarnos a la nueva normalidad. La realidad era que toda mi
familia y yo estábamos bien, todos mis amigos y personas importantes también,
pero ¿y los demás qué? Estuve buscando maneras de ayudar hasta que encontré la
oportunidad de ser voluntaria con el Centro de Manejo de Emergencias (COE) del
Municipio de Cabo Rojo. El COE estaba buscando voluntarios para ir casa a casa
en las comunidades de Cabo Rojo para ver las necesidades de los ciudadanos y
para ver los daños sufridos, si alguno, y adelantar la ficha que iba a pedir FEMA.
Luego de varios días de planificación salimos a la calle y sin expectativas
algunas comenzamos la misión.
La realidad es que a veces pensamos que estamos
preparados para algunas cosas, pero cuando las tenemos de frente es otra cosa. Había
unos 30 voluntarios y empleados del municipio en total y nos dividimos en
grupos de 3 voluntarios y 1 líder que era el empleado del municipio. Esa
primera calle que visitamos definitivamente nos tocó. Comenzamos a recorrer la
calle y había más casas abandonadas, que personas viviendo. Postes caídos,
cables en el piso, plantas por todos lados y escombros en las esquinas, porque alguien
ya los había movido. La primera y la segunda casa estaban solas y en la tercera
llamamos y sale una señora. Le preguntamos si todo andaba bien y nos dice que sí,
le preguntamos si tenía agua y comida y también dice que sí, pero observamos
que la señora se veía mal y volvimos a preguntar y esta comienza a llorar. Le
preguntamos que le sucede y si le podemos ayudar en algo y dice que no había
comido hacía dos días y tan solo le queda una botella de agua. Fue un momento difícil,
ya que en ese momento no teníamos artículos para repartir porque no habían llegado.
La líder del grupo había traído “snacks” y un emparedado para el desayuno y se
lo dio, también le dimos algunas botellas extras de agua que teníamos los
voluntarios. También nos dice que no había hablado con ninguno de sus hijos y
que estaba sola, así que escribimos los números de teléfono de sus hijos para
llamarlos de un teléfono de satélite que tenían en el lugar donde estaban
concentrados los empleados y voluntarios. Seguimos caminando y seguimos
encontrando casos similares, personas sin insulina, personas sin tomar agua,
quejas, lágrimas y tan solo lo que podíamos era tomar notas de los casos, con
su dirección para intentar conseguí los artículos y llevarlos después y
escuchar todo lo que nos dijeran, porque era momento de ser humanos. Luego que
terminamos nuestro objetivo llegamos al Centro de Convenciones, lugar donde
estaban los empleados del municipio y los voluntarios. Allí tome poder sobre los
casos e hice todo lo que pude para que se les cumpliera a estas personas. Día a
día por unas dos semanas realicé esta tarea, hasta que comencé las clases y
tuve que llegar hasta Caguas.
Sin duda alguna una experiencia inolvidable,
porque de un desastre pude realizar una bonita tarea. Fueron muchos los días que
llegaba sin ánimo, cansada y quemada por el sol, pero la satisfacción era muy
grande. A esto le añado que seguí buscando voluntarios y amigos y compañero de
la escuela, estudiante de medicina también tuvo la oportunidad de ser
voluntario en su campo. Experiencias así son las que me llenan y me dan la motivación
para seguir en el campo de la Salud Pública.
Ashley,
ReplyDeleteSuper orgullosa de tu labor como voluntaria ante el desastre natural que ocurrió en el país. La salud publica nos permite atacar problemas de la población en todos sus sentidos. Adquiriste esa experiencia y en otra ocasión podrás guiar a un grupo de voluntarios a realizar el mismo trabajo. Tuve la oportunidad de ayudar a mi familia y en la mayoría ancianos durante todo este proceso. Luego del paso de María surgieron varias enfermedades que alarmaron al país ya que no se estaba educando a la población a medidas de sanidad que se tenían que tomar ante tal desastre. Como salubrista me encargue que en mi hogar tomáramos las medidas de seguridad sanitarias correctas para no enfermarnos y funciono. Estuvimos alrededor de 2 meses sin agua y 4 meses sin luz. Al sol de hoy todavía tengo familiares que no cuentan con ninguno de los dos servicios. El impacto del huracán en el país ha sido bien fuerte. Y pienso que el Departamento de Salud debió haber hecho un mejor trabajo. Era necesario un plan de contingencia, un grupo de profesionales en desastres naturales listos para cuando acabara el huracán y haber preparado los hospitales principales para tal catástrofe.
Gracias Yara y también estoy orgullosa de ti. Eres tremenda salubrista y esto se va a notar mas en el futuro. Todo lo que dices es muy cierto y espero que a tu familia le puedan restablecer todos los servicios lo más pronto posible.
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